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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Algunos ya crecieron. Otros seguiremos creciendo | Diciembre 16.


He vuelto a mirar las libretas de mi colegio. He vuelto a mirar algunas paginas rotas del Diciembre anterior.


Hoy suspiré mientras recordaba como era mi niñez. Tan adecuada a mi edad. Hoy recordé que el único dolor que sentía en aquel momento era el de una caída donde mis rodillas terminaban bañadas en sangre. Los regaños de mis padres era la única amenaza a la que podría tener miedo de verdad, no podía escapar. Para entonces yo solo era un niño.

Caminar por el mundo y comenzar a conocer a veces no es lo mejor, pero es lo que sigue cuando eres humano. Conocer por convicción o por que simplemente es lo que te toca. Deseaba poder calzar los pies de otros para tener una vida mejor, con mas suerte y con un poco de estilo. No conocía mas que las mismas avenidas de mi pequeño pueblo. Cuando recién cumplí los 12 y comencé el liceo me perdía entre las calles, me perdía en un lugar tan pequeño yo siendo aun muy pequeño.

Pasaron los años y el miedo comenzó a nacer, ya no era el miedo a un regaño de mis padres. Era miedo a una sociedad tan grande con expectativas diferentes, tenías que ser demasiado genial o popular para poder agradar a los demás. Tenías que tener la mejor casa, el mejor carro, la mejor ropa y la mejor cara para poder lograr obtener toda la atención de la gente. De nada servia un 20 si eras un total desconocido, de nada servia ayudar a otro por que nunca te lo agradecería.

Hoy. Cuando tengo 20 años a dos meses de cumplir mis 21 años me he dado cuenta que crecer aterra un poco. Si me voy hacia atrás tengo un pasado algo catastrófico, nunca pude tener esa seguridad de la que todo el mundo habla cuando ya no siente miedo. Sin embargo, yo ahora sigo sintiendo miedo. No son los miedos de la niñez, son otros miedos, esa parte donde tienes que ser muy fuerte cuando ves que comienza haber ausencia de gente que amabas, que pensaste que jamas se irían, y tienes que seguir luchando con la presencia de otros que te han lastimado y no puedes hacer nada.

Parezco loco a veces, quizás es muy loco pensar en tantas idioteces. Debería tomarme la vida como juego ¡pero también aterra pensar así!

Entre mis suspiros y mis ganas de vivir
existen focos en mi cuarto que me ayudan
a conseguir la guía para continuar. Entre mis pensamientos
y mis emociones consigo mi calma y la hago mi mejor terapia.
Entre el dolor y mis lagrimas busco olvidar lo que un día me lastimo
 y por cada latido que me quede de vida lucharé por conquistar
y dejar todo atrás.

Amo recordar, amo pensar y amo sentirme grato de poder haber crecido tanto en estos últimos años. Quizás esa es la madurez de la que yo escuchaba hablar mientras era un niño, mientras me vestían para ir al colegio. Crecer y ser  responsable. Pero nadie, nadie me dijo que la mejor parte de crecer es aquella donde tienes que ser feliz. ¡SEA COMO SEA!

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